El relicario antiguo de Olivares es un tesoro que nos conecta con la Historia, revelando la devoción religiosa de una época y la habilidad artística a través de su belleza y misterio.
¿Qué son las reliquias?
En el siglo XVI Martín Lutero publicó sus «95 tesis» iniciando así la Reforma Protestante, en la que criticó a la Iglesia por su interés en ganar dinero a través de la venta de indulgencias. El Concilio de Trento (1545-1563), decidió en su Contrarreforma promover el culto a los santos y las reliquias, para inspirar una devoción más profunda y mantener a los fieles de la Iglesia Católica.
Las reliquias son objetos sagrados que se creía tenían una conexión especial con la religión y la santidad. Podían ser reliquias insignes que eran fragmentos de los huesos de santos o instrumentos de martirio de dichos santos y de Cristo, o podían ser reliquias no insignes como trozos de tela que habían estado en contacto con figuras religiosas importantes o incluso objetos utilizados por santos, como cilicios.
Las reliquias eran muy valoradas y se consideraban poderosas, ya que se creía que tenían el poder de realizar milagros, sanar enfermedades o proteger a las personas. Esto hizo que las reliquias fueran muy codiciadas y que se conservaran en iglesias y catedrales, donde los fieles podían venerarlas y rezar ante ellas.
Las reliquias también fueron importantes desde un punto de vista económico, ya que atraían a peregrinos y donaciones a las iglesias que las poseían. Sin embargo con el tiempo, hubo críticas sobre la autenticidad de algunas reliquias y su explotación comercial, lo que llevó a reformas en la Iglesia Católica y a una disminución en la importancia de las reliquias en la vida religiosa europea.
Origen del Relicario de Olivares
En España , el rey Felipe II siguiendo las directrices del Concilio de Trento comenzó una colección de reliquias que llegó a alcanzar la cifra de 7422 reliquias.
Gran parte de estas fueron adquiridas en nombre del rey por los 2º Condes de Olivares: D. Enrique de Guzmán y su esposa Dª. María de Pimentel, mientras ocupaban el cargo de embajadores de España ante la Santa Sede de 1582.
Durante su estancia en Roma, Dª María Pimentel inició su propia colección de reliquias y gracias a su relación con los Papas Gregorio XIII, Sixto V y Gregorio XIV, obtuvo la mayoría de ellas de las catacumbas y templos romanos, a su vez acreditadas por medio de una «auténtica», que era un documento expedido por los Sumo Pontífices, para evitar así la duda sobre su autenticidad. Poco a poco la colección privada creció e incorporó reliquias de toda Europa. Adquirieron reliquias del Monasterio de San Basilio, en Messina; del Convento de las Agustinas de San Máximo, en Colonia; o de la Abadía cisterciense de Zbraslav, en Praga, entre otros.
El matrimonio logró reunir más de 1.600 reliquias en su colección, entre las que se encontraban el hábito de San Bernardino de Siena o una antigua moneda bizantina que se creía que era una de las 30 monedas por las que Judas traicionó a Jesús, pero la pieza más destacada de la colección se conserva en una ampolla de cristal y es un pedazo de la cuna de Jesús, que venía de la Basílica de Santa María la Mayor en Roma, junto con la manta que cubrió el pesebre durante 400 años y una gota de Sangre de Cristo que el Apóstol San Juan le dió a la Virgen María.
A la vuelta de D. Enrique de Guzmán a España, envió parte de su colección al Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial y otra parte a sus terrenos en Sevilla. La idea era construir una iglesia en su Condado de Olivares, que incluiría un relicario y una cripta familiar. Dicha iglesia comenzaría a ser construida en 1632 por su hijo D. Gaspar de Guzmán, el Conde Duque de Olivares, gracias a la bula del Papa Urbano VIII.
La Capilla Relicario
La capilla relicario se encuentra junto al altar mayor de la Colegiata en la nave del Evangelio y fue terminada en 1658. Tiene planta cuadrada y bóveda de aristas bellamente decorada con frescos del maestro Martín Suárez de Orozco, pintor barroco sevillano.
La capilla se encuentra forrada con un armario de madera de estilo renacentista que, a modo de tríptico, se abre sobre las paredes de la capilla. Este armario dispone de 3 cuerpos y 21 hornacinas enmarcadas con arcos de medio punto, donde se encuentran depositados los ostensorios de diferentes tipologías y formas como bustos, brazos, arquetas, urnas, viriles o fanales.
La Colección del Relicario Antiguo de Olivares
Dentro de sus paredes alberga alrededor de dos mil reliquias de distintas partes del mundo,contenidas en casi un centenar de relicarios, todas ellas con su bula o “auténtica” (certificado de autenticidad). Entre ellas destacan:
- Un Relicario «a manera de custodia» con una ampolla que contiene la sangre del Señor, un trozo de la cuna de Jesús
- Un tapete en el que estuvo envuelto durante más de 400 años el pesebre del Señor
- Un paño con sangre de Cristo y que el apóstol San Juan entregó a la Virgen María
- Un lignum crucis
- Un trozo del recipiente que sirvió en el lavatorio de los pies de los apóstoles
- Madera de la cruz del Buen Ladrón
- Una pirámide o «Ajuque» enviada desde Nápoles con 84 reliquias
- 82 cabezas siendo nueve de pontífices
- 15 cabezas de las Once mil vírgenes y el resto de diversos mártires;
- Cincuenta y ocho bustos de diversos mártires
- Treinta y ocho brazos
- Ocho medios cuerpos
- Un diente de San Vicente y otro de Santa María Magdalena
- Reliquia de los cilicios que usaron san Francisco, san Antonio de Padua y san Juan Bautista
- Piedras de las usadas para lapidar al protomártir san Esteban.
- Parte del capuchón de San Antonio de Padua
- Cabezas y restos de las Once mil vírgenes
- Tres huesecillos de los tres niños del homo de Babilonia
- Carbones del martirio de San Lorenzo
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